Ni Un Repartidor Menor aboga por los derechos de los repartidores de comida quienes han sido atropellados, violentados sexualmente y hasta baleados.
Saúl Gómez es fundador de Ni Un Repartidor Menos, una Organización No Gubernamental compuesta por personas que se dedican a entregar comida a domicilio a través de las aplicaciones de delivery como Uber Eats, DiDi Food y Rappi, entre otras.
La iniciativa también lucha por asegurar justicia a los “socios” de dichas plataformas cuando se enfrentan a las adversidades y peligros que conlleva ser repartidores.
No sólo lidian con las consecuencias de una pandemia de manera especial, uno de ellos recibió tres tiros de bala en un pierna, cuenta.
“Creamos Ni un Repartidor Menos el 27 de noviembre de 2018, luego de que nuestro compañero José Manuel Matías Flores falleciera. Era un repartidor que se trasladó desde el Estado de México hasta la Ciudad de México para trabajar. En su primer día con Uber Eats, fue atropellado por un tráiler entre Eje 5, San Antonio y Periférico”.
Pero los accidentes de tránsito no son el principal riesgo que enfrentan quienes llevan pizzas, hamburguesas y comida vegana hasta la puerta de tu casa.
“Existen casos de repartidoras que fueron acosadas sexualmente, otros trabajadores que fueron víctimas de fraude y robos. La semana pasada le dispararon tres veces a un compañero en la pierna. Son situaciones que queremos visualizar y que se haga conciencia de que sólo somos personas tratando de trabajar.”
Los repartidores están indefensos. Saúl Gómez explica que después de que un repartidor se vea envuelto en un accidente de tránsito, sólo existen dos posibilidades: que el seguro de la otra persona se haga responsable o que el repartidor se dé a la fuga. Las apps se lavan las manos.
“Hay repartidores que fueron atropellados mientras estaban conectados trabajando y las gente que los atropelló fue la que se escapó y los dejó solos”.
También existe otra realidad: no hay suficientes pedidos para tantos repartidores.
Durante la pandemia los repartidores y los restaurantes registrados en aplicaciones como Rappi, DiDi Food o Uber Eats, crecieron de manera desproporcionada.
El líder de Ni Un Repartidor Menos relata que esta situación elevó la cantidad de accidentes que sufrían los repartidores. Se trata de una carrera contra el tiempo para sumar la mayor cantidad de ingresos.
“Actualmente, hay más repartidores que pedidos. Muchos de ellos, en vez de hacer base, se ponen a recorrer la ciudad buscando pedidos. En algunos de esos trayectos, sufren un percance. La sobrepoblación de repartidores es algo que tenía que suceder, porque atravesamos una recesión económica global y obviamente los empleados son los más afectados.
“Ahora hay más personas siendo repartidores. He encontrado personas que antes eran recepcionistas, asistentes médicos, traductores de idiomas, arquitectos, licenciados y amas de casa. Todos salieron a repartir comida para evitar que su situación económica se agrave”.
¿Es seguro ordenar comida a domicilio durante la contingencia por Coronavirus?
Al mismo tiempo que se registra un crecimiento abismal de las plataformas de entrega de alimentos y sus beneficios económicos no cesan, el porcentaje que va al bolsillo de los repartidores ha ido para abajo.
“A los repartidores nos bajaron ingresos. Pagamos impuestos, o mejor dicho, nos los retienen. Antes ganábamos entre 40 y 45 pesos por un pedido pero ahora ya no”, dice Saúl Gómez.
Al continuar laborando durante la contingencia, los repartidores se exponen a un riesgo muy alto de contagio de COVID-19. Ni Un Repartidor Menos ha promovido algunas medidas de sanidad entre sus adscritos, además de lo que las apps han hecho.
“Hay aplicaciones que siguen repartiendo kits de protección. La primera fue la extinta SinDelantal, luego Rappi y después DiDi Food. Uber Eats sólo te hace reembolsos de hasta 150 pesos por material sanitario. Ahora Ni un Repartidor Menos repartirá casi 10,000 cubrebocas de calidad entre los compañeros”.
Historias de entrega a domicilio durante la pandemia
Si de por si los repartidores de comida son un grupo vulnerable, entre ellos encuentran varios más: personas de la tercera edad y retirados a los que su pensión les alcanza para cubrir sus gastos. En su caso, el desgaste de su salud no les hace más sencillas las cosas.
“A un señor que trabajaba en Uber Eats le desactivaron su cuenta sin darle ninguna explicación, SinDelantal lo activó, pero solamente por dos meses. Ellos siempre tienen que buscar otras opciones, son nómadas literalmente, porque comenzaron a trabajar bajo el esquema de caminantes”.
Saúl Gómez añade: “En las tres primeras semanas de enero se registraron 37 reportes de robos a repartidores; 21 a mano armada y los restantes con intimidación”.
Nos comparte el caso de repartidor fue herido tres veces de bala.
“De todos los reportes, el único que pasó a mayores es el suyo. Acababa de entregar un pedido cerca de Cerro de la Estrella en Iztapalapa, cuando de la casa contigua salió una horda de malandros que le exigió que entregara la moto y el dinero. Al final, le dispararon tres veces en la pierna para que no los siguiera. Uno de los impactos le rompió el fémur”.
“Los repartidores tenemos un seguro durante las entregas. Mientras tengas el pedido en tus manos, te protege, pero una vez que lo entregas quedas desprotegido. Por eso, en su caso no creemos que la app responda por lo que sucedió”.
El comportamiento de los usuarios de las plataformas se ha ido cambiando en la medida que las restricciones sanitarias se van relajando, añade, “durante el primer semáforo rojo, algunos pequeñines nos llegaron a decir héroes y hasta rompían su cochinito para darnos la propina. Cuando pasamos del rojo al naranja, la gente se transformó. Comenzó a exigir y a ser muy grosera”.
Por desgracia, entre los mayores logros de Ni Un Repartidor Menos destaca su relación con SinDelantal, app de delivery que desapareció en diciembre de 2020. Con ellos, sostuvieron mesas de trabajo y mejoraron la relación con los repartidores.
Pero algo fundamental sería que los usuarios de las plataformas comprendieran la realidad a la que se enfrentan los repartidores. No es un trabajo sencillo ni tampoco reporta grandes ganancias.
“Por eso, agradecemos si pueden darnos la propina en efectivo. Recuerden que en su pedido va nuestra vida. Todos trabajamos por una razón: nuestra familia, nuestras deudas, nuestros gatos. No estamos jugando a trabajar, estamos trabajando de verdad”, concluye.