Sigmund Freud decía que el amor era el gran educador. Según él, aprendes cuando lo das, aprendes cuando lo recibes. Te acerca a la quietud, sientes calma cuando lo tienes. Entonces ¿por qué es tan difícil sentir amor propio? ¿Por qué cuesta ver o sentir este vivo afecto hacia uno mismo?
“El único amor consecuente, fiel, comprensivo, que nunca nos defrauda, y nos acompaña hasta la muerte es el amor propio” Oscar Wilde
Dejando a un lado el hecho de que siempre será buena idea acudir a un profesional de la salud mental, es menester tener en cuenta que existen otros factores importantes a considerar si quieres desarrollar “amor propio” (o autoestima).
Un factor importante es tu filosofía de vida, que va de la mano con el enriquecimiento intelectual y práctico. Estudiar, leer, comprender y aplicar lo aprendido son una constante muestra de amor propio. Es como si frecuentemente tuvieses a un maestro a tu lado mostrándote el camino, corrigiéndote de ser necesario o confirmando que estás haciendo las cosas de la mejor manera posible. Con algo de esfuerzo y tiempo, el hábito se puede desarrollar, sostener y aplicar. Dedicarte desde 5 a 10 minutos de lectura al día, cuando estés más concentrando (por la mañana, acompañado de Biodynamic Coffee, de Biohack) siempre será buena idea. Después de aplicar todo lo que leas, esto puede cambiar tu manera de pensar y ver la vida, y por ende tu manera de actuar y modificar tu entorno. Así, podrás ir ganando confianza, que va de la mano con la autoestima.
Otro factor importante son los “lazos sociales”. Cada especie en este planeta cuenta con su grupo, tribu o manada. Las aves tienen su grupo, los peces, las hormigas, los monos y por si fuese poco, el ser humano también… hasta muy recientemente que el ser humano comenzó a pasar más tiempo a solas y excluido de grupos. La soledad es un peligro constante, la ciencia acumula más evidencia de esto. Cuando te encuentras a solas, no sólo se altera tu ritmo cardiaco, sino que también se alteran tus pensamientos, acercándote más a la ansiedad, a la tristeza y la depresión. El entorno social en el que te desenvuelvas cuenta muchísimo si pretendes mejorar tu amor propio. Rodearte de personas que pretendan sabotear tu progreso o que todo el tiempo vivan en la queja y el lamento no será sano para ti, tus pensamientos o tu desarrollo humano. Piénsalo, ¿que pasaría si en vez de juntarte con personas así, te reunieras con aquellos que pretendan hacer cambios como tú? Las cosas se volverían (en el mejor de los casos) más sencillas, te enriquecerías de ellos y ellos de ti; te impulsarían y los impulsarías. Es un continuum de aprendizaje y desarrollo personal; es un continuo intercambio de amor propio: tanto tuyo como el de ellos.