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¿Me afecta una cancelación?

Más allá de decir si está bien o mal, hablemos sobre si realmente una cancelación cumple el propósito de su existencia.

Escrito por:Gustavo Serrano

A estas alturas seguro has visto y leído mucho sobre el tema de las cancelaciones en redes sociales. Se trata de uno de esos fenómenos digitales que llegaron hace relativamente poco y a pesar de los críticos se ha mantenido como uno de los movimientos que sin duda marcará esta etapa que estamos viviendo.

Pero vayamos a lo interesante, más allá de decir si está bien o mal, hablemos sobre si realmente una cancelación cumple el propósito de su existencia: desaparecer a alguien de un espacio, quitarle todo apoyo social.

¿Cómo se mide el éxito de la cancelación?

El hecho de denunciar públicamente a un tercero y pedir dejar de consumirlo puede ser muy llamativo y hacer mucho ruido en un periodo relativamente corto de tiempo, ¿pero qué ocurre una vez que ese periodo pasa y el cancelado actual deja de tener los reflectores encima?

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Mi primer problema tiene que ver con lo ambiguo del concepto, es difícil entender cómo se medirá el “éxito” de la cancelación, ¿se busca que pierda seguidores, que la gente lo bloquee, que nadie consuma sus productos si es que es un empresario?

Al no tener un objetivo claro, es difícil encontrar un indicador de éxito que compartir.

 

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Viralizar a un cancelado

Por otro lado, al viralizar a un cancelado, involuntariamente el grupo que cancela le hará publicidad al cancelado, y si bien puede que el cancelado pierda apoyo en ciertos sectores, al amplificar su alcance seguramente encontrará adeptos. Lo que contradice todo el propósito de la campaña.

Recordemos que en cuestión de opiniones, la sociedad no es blanco y negro, existe una enorme gama de grises y si bien una persona puede haber caído de la gracia de un grupo, es posible que la recupere dentro de un grupo social distinto. Y aquí es donde incluso encuentro ciertos peligros:

La persona cancelada pudo llevar, por ejemplo, un mensaje de odio a una audiencia digamos pequeña, ese mensaje no merecía ser amplificado, pero al ser cancelado su nombre es exhibido a un mayor número de usuarios, lo que implica que tal vez pueda acabar acumulando más adeptos a su mensaje que los que tenía al inicio, y una vez más, se estaría logrando todo lo contrario al objetivo originalmente planteado.

Por último, me decía un maestro de periodismo que “cuando todo importa, nada importa”. Para efectivamente cancelar a alguien, necesitamos un pacto en la sociedad, se necesita acordar que este personaje es tan malo que merece ya no ser consumido.

Probablemente ese pacto se cumplió en las primeras cancelaciones e incluso puede que aún ocurra con algunas actuales de alto perfil, pero para la gran mayoría de usuarios, al haber tantos cancelados y por tan diversos motivos, es difícil llevar el registro y empatizar con todas la cancelaciones.

La saturación emocional y las redes sociales

El efecto inverso

Retomando la frase de mi profesor, yo diría que cuando todos están cancelados, nadie está cancelado. Y una vez más, no cumplimos con el propósito de la cancelación.

Para cerrar este texto, no quiero descalificar los esfuerzos muchas veces legítimos de ciertos grupos que se sienten vulnerados y buscan en la cancelación una forma de justicia, pero en mi experiencia, las campañas de cancelación han tenido muchos ejemplos de generar el efecto opuesto al buscado.

Será el tiempo quien nos diga si este fenómeno perdurará por un periodo largo o será solo una referencia de estos tiempos que vivimos.

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