Como explica Gisela Galicia Zapata, directora comercial de Química Mexibras, estos hubieran representado una opción consciente y sustentable para proteger los alimentos y al mismo tiempo ser utilizado en productos como mascarillas, guantes y trajes médicos.
La pandemia de COVID-19 trajo consigo una paradoja en materia del uso de plásticos de un solo uso. Por un lado, pese a su reciente prohibición en la CDMX instaurada este año, acorde a la Organización de las Naciones Unidas, su uso aumentó a nivel mundial como una medida de prevención. Sin embargo, el uso de este puede resultar en la pérdida de ecosistemas, uno de los factores que juegan un factor clave en el desarrollo del coronavirus.
De hecho, la Ley de Residuos Sólidos de la Ciudad de México señala que solo se podrán entregar bolsas de plástico de un solo uso cuando sean necesarias por razones de higiene y cuando prevengan el desperdicio de alimentos; exactamente la situación que enfrentamos en la actualidad.
De acuerdo con datos de la Semarnat, hasta el 21 de mayo, se generaron alrededor de 300 toneladas de residuos infecciosos como cubrebocas, guantes y batas – aproximadamente 2.2 kilos diarios por enfermo–, que se deben separar correctamente en bolsas de plástico de un solo uso para evitar contagios.
Algo similar sucede con los empaquetados de comida que en esta temporada se han convertido en una especie de seguridad para los compradores. Ante esto, los biopolímeros compostables se posicionan como una alternativa para mantener las medidas de seguridad que permiten cuidar el medio ambiente.
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Como explica Gisela Galicia Zapata, directora comercial de Química Mexibras, estos hubieran representado una opción consciente y sustentable para proteger los alimentos y al mismo tiempo ser utilizado en productos como mascarillas, guantes y trajes médicos: “El plástico es uno de los principales contaminantes del suelo y los mantos acuíferos, lo cual fomenta la destrucción de ecosistemas; uno de los factores particularmente relevantes en el desarrollo de la actual pandemia por coronavirus que enfrentamos”.
Sin embargo, no todos los productos que se dicen biodegradables lo son. Al respecto, Galicia Zapata explica que el aditivo oxo biodegradable, el más utilizado en plásticos que se denominan de esta forma, en realidad solo fraccionan los productos hasta hacerlos casi invisibles, pero continúan la contaminación; en contraste los biopolímeros compostables buscan regresar el carbón orgánico a los suelos para reactivarlos y así mantener el equilibrio de la biodiversidad.
Si bien la empresaria mexicana detalla que la clave se encuentra en la educación, reconoce que se debe facilitar al máximo el acceso al público por lo que Química Mexibras apuesta a transformadores que venden a supermercados, minoristas y restauranteros, entre otros comercios que pueden necesitar distribuir en bolsas u otros empaquetados.
Además, se utilizan también en el recubrimiento plástico de carteles, vajillas desechables, acolchados agrícolas y las barreras de protección necesarias para empaques alimenticios, así como mascarillas y batas médicas. Todo esto, está hecho con Mater-Bi, un producto a base de almidón de maíz, aceites vegetales y cardo.
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Producido en Italia, el Mater-Bi viene en forma de gránulos (pellets) y puede ser procesado de acuerdo a las tecnologías de tratamiento más comunes para crear productos con características similares o mejores que los plásticos tradicionales, pero perfectamente biodegradables y compostables, reduciendo al mínimo el impacto ambiental.
Es decir, al final brinda la misma protección ante el nuevo coronavirus con el beneficio adicional de ser compostable. Gisela explica que este se logra compostar en un par de semanas, aunque también se mineraliza en un año en caso de quedar al nivel del suelo y si terminara en el mar tomaría el mismo tiempo de degradación sin dañar el ecosistema ni afectar en caso de que sea consumido por algún animal.
Este biopolímero compostable es producido por la empresa italiana Novamont, que además de participar activamente en la educación medio-ambiental, en escala tanto comunitaria como comercial, promueve un modelo de bioeconomía basado en el uso eficiente de los recursos renovables y la regeneración territorial, siendo el fabricante más grande en el mundo de estos biopolímeros.
Por último, Galicia Zapata explica que además de los beneficios ecológicos, este tipo de biopolímeros compostables también ayuda a la reactivación económica de quienes previamente producían o vendían plásticos de un solo uso. “Son beneficios comprobables, cuyos resultados en ambos sentidos pudimos ver, por ejemplo, en Italia a tan solo seis años de su implementación”, concluye.