La construcción de escuelas verdes abre el panorama a una nueva forma de ver el cuidado el ambiente y es el primer paso para crear un mundo sustentable.
Se ha repetido una y otra vez que debemos hacer algo para contrarrestar los efectos de la contaminación y la huella ecológica que tenemos en el medio ambiente. Sin embargo, tomar acciones para corregir o contrarrestar los daños es solo una parte. Es necesario evitar cometer los mismos errores en el futuro y la clave para el cambio está, como suele suceder, en la educación: la construcción de escuelas verdes abre el panorama a una nueva forma de ver el cuidado del ambiente.
Uno de los paraísos terrenales más impresionantes del orbe, Bali, se convirtió en el lienzo ideal para que el diseñador John Hardy creara un utópico centro de enseñanza, que cambia la distracción de los cláxones enfurecidos en la ciudad por los sonidos de la naturaleza. Se trata de la primera escuela 100% ‘verde’ en el mundo y se llama del mismo modo (“Green school”).
El imponente edificio orgánico donde los alumnos toman clases, combina la arquitectura moderna con la ingeniería indígena; una oda a lo prístino, en que es casi imposible hallar ángulos rectos y donde la separación de los espacios es prácticamente nula. La escuela, creada a partir de bambú -una de las materias primas más sustentables y menos aprovechadas del planeta-, cuenta con salones de clases que prescinden de muros y ventanas, aprovechando al máximo la iluminación natural, mientras la brisa atraviesa entre los espacios abiertos generando un clima agradable. De esta manera, en días de calor extremo, los alumnos arman una burbuja de lona reciclada aislante, con lo que aprenden a controlar el clima de una manera natural y sin generar huellas ecológicas. Curiosamente, los pizarrones en los salones de clases son parabrisas de autos reciclados con un cartón blanco pegado en el fondo para generar contraste.
Aunque podría pensarse que las intenciones ecológicas de esta escuela verde sólo tienen que ver con cuestiones estructurales, en realidad hallan otro tipo de aplicaciones aquí. Quienes acuden al lugar no sólo aprenden materias básicas o extracurriculares como teatro, pintura y otras artes aplicadas; también son educados para utilizar distintos materiales como el bambú, comprenden cómo funciona cada uno de los elementos que los rodea y están a punto de convertirse en la primera generación enfocada en crear un mundo sustentable.
La vida de John Hardy cambió por completo, luego de que su mujer lo llevó a ver el documental An Inconvenient Truth. Desde entonces, decidió cambiar el glamour por estrategias para crear un mundo mejor para sus hijos. Lo interesante de esta filosofía es el poder de convocatoria que produce. Se trataba solamente de una escuela; sin embargo, poco a poco se han ido construyendo varias casas ‘verdes’ en la zona y algunos otros visionarios han comenzado a instalar restaurantes ecológicos. Entre las esperanzas de Hardy está el que varias empresas trasladen sus plantas y creen una comunidad propia, donde la pasión por la preservación de la naturaleza sea lo único que gobierne.
En México, muchas escuelas públicas carecen de las instalaciones adecuadas para que los niños reciban educación de calidad. A pesar de ese desolador panorama, existen algunas que incluso tienen estructuras y formatos educativos orientados a la ecología.
Uno de esos casos es el jardín de niños “Nueva Creación”. Está ubicado en Quintana Roo y vivió una reforestación el pasado mes de octubre, gracias a la Asociación Flora, Fauna y Cultura de México, A.C. Además de reforestar y habilitar espacios verdes, el proyecto cuenta con un programa integral de Educación Ambiental, cuyos temas abarcan el cuidado del recurso floral, espacio del agua y manejo de residuos sólidos. Desde 2008, en la región se han generado o rehabilitado 28 mil 850 metros cuadrados de áreas verdes.
“Crea Bosques” es otro programa aplicado en colegios, operado por la organización Reforestamos México. Su principal objetivo es fomentar una cultura forestal entre los estudiantes de nivel básico. Una de las instituciones con las que ha colaborado es el Colegio Nuestro Mundo, en Xalapa, Veracruz. El coordinador de proyectos regionales de la asociación, Isaac Ríos, asegura que se trata de un plantel verde casi en su totalidad: “los niños ya saben cuidar y respetar las áreas verdes. No tienen un sistema de captación de agua de lluvia, pero sí tiene uno de reuso. La cooperativa no vende productos que generan basura, por eso la escuela siempre se mantiene limpia después del receso”, comenta.
En la ciudad de México fue creada la primera comunidad ecológica; se trata de la colonia Ampliación Michoacana, en la Delegación Venustiano Carranza. Su principal característica es que todas las casas tienen jardines y huertos en las azoteas. Sus instalaciones poseen un moderno sistema de reutilización de agua pluvial, mientras la energía eléctrica empleada por sus habitantes es completamente limpia, pues cuenta con paneles solares. Los depósitos de basura están divididos para los desechos orgánicos e inorgánicos. Este año, el complejo habitado por 5 mil 900 personas recibirá una inversión de 20 millones de pesos para convertirlo en un prototipo de colonia verde. Entre otras cosas, se sustituirá el alumbrado público por luminarias alimentadas por paneles solares y se sustituirán las paredes comunes por unos jardines verticales, para evitar los grafitti.