Desde villas sobre el mar en el Caribe panameño hasta tiendas de glamping frente al Volcán Arenal en Costa Rica, esta travesía conecta dos paraísos centroamericanos donde el lujo y la sostenibilidad se encuentran.
Viajar al Caribe panameño es una invitación a reencontrarse con la naturaleza en su estado más puro. Y si decides cruzar la frontera hacia Costa Rica, el hechizo continúa entre volcanes, selvas y alojamientos que redefinen el lujo desde lo sostenible. En esta ruta viajera, Bocas del Toro y La Fortuna de San Carlos se revelan como dos joyas de Centroamérica unidas no solo por la geografía, sino por una filosofía común: ofrecer experiencias de viaje únicas, rodeadas de belleza natural, diseño consciente y hospitalidad de alto nivel.
Ubicado al noroeste de Panamá, muy cerca de la frontera con Costa Rica, el archipiélago de Bocas del Toro se ha ganado un lugar entre los destinos más fascinantes del Caribe. Y entre sus islas de manglares, aguas cristalinas y playas remotas, se encuentra Nayara Bocas del Toro, un resort solo para adultos que parece salido de una fantasía tropical.
Inspirado en el estilo estético y narrativo de la serie White Lotus, este exclusivo complejo se sitúa en una isla privada, a pocos minutos en bote de Isla Colón. Aquí, el tiempo se diluye entre villas construidas sobre el mar con ventanales de vidrio en el piso, piscinas privadas, y tree houses de bambú diseñadas por el estudio balinés IBUKU, que mezclan arquitectura sustentable con la magia del bosque tropical.
Cada alojamiento se convierte en un refugio sensorial, pensado para reconectar con uno mismo y con el entorno. Las casas en los árboles, por ejemplo, están hechas con 19 tipos de madera —incluidas algunas rescatadas del Canal de Panamá con más de 500 años— y ofrecen terrazas 360°, baños al aire libre y un diseño que se funde con la selva.
La propuesta gastronómica se vive con el mismo nivel de detalle: el restaurante Elephant House, construido con madera centenaria traída desde Bali, sirve cenas a la carta con productos locales y menú rotativo, ideal para probar lo mejor del mar con un toque panameño. A su lado, los tiburones nodriza patrullan suavemente bajo la estructura flotante, como parte del espectáculo natural.
Coral Café, por su parte, ofrece platillos internacionales con identidad local: desde ceviches con chips de plátano hasta salsas picantes con chiles de la región, ideales para saborear junto a la piscina central.
Y como si el mar no bastara, Nayara creó su propia playa sobre el agua: Kupu-Kupu Beach, una estructura de madera y arena blanca con bar, palmeras y espacio para practicar snorkel, paddleboarding, buceo o tomar el sol como si se estuviera en tierra firme. También es posible contratar un bote privado con guía para visitar otras islas, como la icónica Isla de las Estrellas de Mar.
La experiencia se completa con un spa en expansión, donde los tratamientos pueden realizarse directamente en tu villa para lograr una atmósfera de descanso absoluto. Y más allá del confort, destaca el compromiso ambiental del resort: funciona con energía solar, tiene un sistema ecológico de tratamiento de aguas y protege activamente los arrecifes de coral que rodean la isla.
No sorprende que Nayara Bocas del Toro haya sido recientemente incorporado a Virtuoso, la red global de agencias de viajes de lujo. Una señal clara de que este rincón del Caribe está listo para brillar ante el mundo.
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Uno de los mayores atractivos de elegir Bocas del Toro como destino es su cercanía con Costa Rica, lo que permite extender el viaje y sumergirse en otro entorno natural igual de impresionante: el Volcán Arenal y su exuberante selva tropical.
A solo unas horas de distancia, se encuentra La Fortuna de San Carlos, hogar del imponente Volcán Arenal —considerado uno de los más bellos del mundo— y del Nayara Tented Camp, otro proyecto de la marca Nayara que redefine el concepto de glamping.
Aquí, el lujo toma forma de tiendas tipo safari completamente equipadas, rodeadas de vegetación y con vistas privilegiadas al volcán. Este campamento cuenta con 21 unidades de alojamiento diseñadas para conectar con la naturaleza sin sacrificar el confort: terrazas privadas, piscinas con aguas termales, amenidades premium… e incluso avistamientos frecuentes de perezosos y monos capuchinos desde tu propio balcón.
Todo está pensado para vivir una experiencia íntima, rodeada de sonidos del bosque, paisajes verdes y la energía viva del Arenal, que aunque está inactivo desde 2010, sigue siendo un guardián silencioso de historias ancestrales.
Desde Ciudad de Panamá, puedes volar desde el aeropuerto de Albrook hacia Bocas del Toro, donde el hotel coordina un traslado en bote (20 minutos aprox.).
Desde Costa Rica, puedes optar por un vuelo local con SANSA o cruzar la frontera por tierra hasta el puerto de Almirante.
Una vez en Costa Rica, llegar a La Fortuna desde la frontera o desde San José es sencillo en transporte terrestre privado o shuttle.
Bocas del Toro y el Volcán Arenal ofrecen dos caras distintas del paraíso: el mar y la selva, lo etéreo y lo volcánico. Ambos destinos comparten una visión: ofrecer hospitalidad consciente, lujo sin excesos, y experiencias que nos invitan a viajar con los cinco sentidos.
Porque al final, el verdadero lujo no está en lo que vemos… sino en lo que sentimos cuando estamos ahí.