Una reciente investigación abre el camino para la medicina, la cual podría ayudar a diagnosticar el autismo a muy temprana edad.
Enterarse que su saludable hijo padece autismo, es un shock para los padres. Desde que el autismo fue identificado en los años 40, especialistas médicos han emplazado una incansable lucha por explicar el trastorno. Las causas todavía son un misterio, pero las investigaciones han llevado a los científicos a grandes descubrimientos médicos.
Algunos de los estudios indican que es posible detectar señales de autismo desde los tres meses de edad; mucho antes, incluso, que el desorden se manifieste. La detección temprana podría permitir una intervención que prevenga o mitigue los impedimentos asociados con el trastorno.
Expertos aseguran que las investigaciones han demostrado que el autismo es un ‘rasgo’, el cual se convierte en una discapacidad dependiendo de experiencias a temprana edad. El autismo puede ser causado por la genética, tanto por mutación o herencia; pero también intervienen otros factores como la avanzada edad en los padres. Desde los 90, la prevalencia del autismo se ha incrementado; esto, debido a las mejoras en el diagnóstico. Pero tampoco descartan la posibilidad de que la incidencia haya aumentado por factores biológicos o ambientales.
Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte estudiaron a 106 niños con hermanos mayores, los cuales viven con autismo; de acuerdo a las teorías, los pequeños tenían mayores probabilidades de desarrollar el desorden. Sin embargo, luego de realizar estudios de resonancia en los cerebros de los niños a los 6 meses de edad, a los 12 y, posteriormente, a los 24, los resultados mostraron diferencias contundentes entre aquellos que desarrollaron autismo y los que no.
El cerebro de los pequeños que sí desarrollaron este desorden creció mucho más rápido que el del resto, a partir de los seis meses; expandiéndose después hasta los 12 meses y, posteriormente, creció exponencialmente en volumen en el segundo año de vida.
Las imágenes que demuestran un crecimiento anormal en los cambios del cerebro podrían permitir a los pediatras detectar el autismo, incluso mucho antes de que los síntomas aparezcan. Algunos problemas como la demora en el lenguaje, dificultad con la interacción social y comportamientos repetitivos, usualmente no surgen hasta los do años, edad en la que los pequeños son diagnosticados.