La actriz Claudia Troyo participa junto a su compañero, el actor Alexis Ayala, en una campaña para prevenir y erradicar la violencia de género.
Su historia sí es como en las películas. A Claudia Troyo la descubrieron de casualidad. Un día, unos clientes del negocio de su mamá le dijeron que debería probar suerte como actriz. Le dejaron una tarjeta.
Primero pensó que era una propuesta muy loca. Después comenzó a interesarle la idea de aparecer en la televisión. Aplicó para el Centro de Educación Artística de Televisa y se quedó. Así se vino a vivir a la CDMX procedente de Maravatío, Michoacán, donde vivía con su familia.
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Aquello le cambió la vida. Por ejemplo, en el tipo de materias que estudiaba como actriz.
“Cuando uno va empezando, todo lo relacionado con la actuación es extraño: desde la expresión hasta el baile. Cuando vivía en Morelia, estudié ballet pero en Maravatío no había dónde, así que lo dejé. Pero cuando entré al CEA, era de las más adelantadas. Canto creo que fue lo que más trabajo me costó”, recuerda.
Pantomima, por ejemplo, aunque divertido resultó muy complicada.
“Hubo ejercicios en los que nos dejaban media hora de pie sin poder movernos. Parece una cosa sin sentido, pero te ayuda a controlar tu mente. Con el tiempo empiezas a entender para qué te enseñan todo lo que te enseñan”.
Actualmente participa en la telenovela “Quererlo todo”, del productor Ignacio Sada. Pero a la par de este trabajo, Claudia Troyo aprovecha su popularidad para abordar temáticas sociales.
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Por eso participa en una campaña para prevenir y alertar acerca de la violencia de género en las parejas. Para ello, se hizo una serie fotográfica junto a su pareja y compañero en “Quererlo todo”, Alexis Ayala. Los dos se pusieron bajo las órdenes del fotógrafo César Belmont.
“Sabemos que no vamos a resolver el mundo con esto, pero sí nos gustaría que la gente se identifique y pueda reconocer los diferentes tipo de violencia que pueden suscitarse en una pareja. Porque a veces empiezas con una palabra agresiva, pero después se puede pasar a los golpes”.
Concluye: “Sobre todo que anime a las víctimas a denunciar. Sabemos que muchas veces sentimos que no pasará nada, pero el solo hecho de denunciar empodera a las víctimas. Les cambia el panorama y les da valor para cambiar”.