Rodrigo Asseo es psicólogo por la Universidad Iberoamericana. Además de dar terapia, se ha vuelto muy popular pues aprovecha sus redes sociales para explicar cómo funciona el psicoanálisis, al mismo tiempo de una forma didáctico, pero también cargado de sarcasmo. Por eso nos decidimos a platicar con él acerca de uno de los temas que más preocupan a las personas hoy en día: el amor propio.
¿Qué es el amor propio?
Es una excelente pregunta, porque la definición depende mucho del enfoque psicológico y el marco teórico de los que se sostenga a quién se lo preguntes.
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El amor propio no es un concepto dentro el psicoanálisis; sin embargo, creo que podemos lo podemos establecer tomando como partida el amor propio como un cuidado de sí mismo. Se suele definir al amor propio como la consideración y estima que la persona siente hacia sí misma, es decir, de nuestra auto percepción.
¿De dónde viene el amor propio?
Para el psicoanálisis, cuando uno crece y construye su “Yo”, lo hace a partir de otro. Ese otro funciona como un espejo que nos devuelve aquello con lo que nosotros nos identificamos. Eso que el otro nos devuelve lo llamamos “imágenes significantes”.
Hay que recordar que por imágenes nos referimos no solo al conjunto de imágenes visuales (escópicas), sino también auditivas y por demás sensoriales.
Estas devoluciones que el otro nos otorga han pasado, por supuesto, por el filtro del lenguaje y conllevan una marca que nos define y es a partir de ahí que el pequeño comienza la travesía de construir su “Yo”. Es decir, lo que él dice y cree ser.
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Tal vez suene un poco complejo y créeme que lo estoy simplificando, pero puesto en la práctica lo podemos percibir como algo más simple imaginando, por ejemplo, a esa madre diciéndole reiterativamente a su hijo: “pero qué lindo te ves cuando me haces caso”.
Ahí el niño se identifica con esa “lindura” siempre y cuando se someta a la voluntad materna. Esto fue un caso real de un paciente que llegó a la consulta diciendo: “No entiendo por qué me someto, dejándome pisotear”
¿Por qué alguien puede no tener amor propio?
Si el amor propio se interpreta como la manera cómo me cuido y establezco los límites necesarios en mis lazos afectivos, con la finalidad de no salir lastimado emocionalmente, la respuesta sería por síntoma.
No es que la gente no se quiera, pues en esencia ir a consulta con un psicoanalista es un gran acto de amor por uno mismo. El conflicto sucede por aquello que nosotros llamamos síntoma y que suele presentarse y ponerse en juego en el cuerpo, en el pensamiento o en el lazo con el otro.
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Un ejemplo es la paciente que dice: “No puedo llevarme bien con las personas porque no sé poner límites y abusan de mi”.
Podríamos decir que esta persona se deja abusar porque no tiene amor propio, pero la cosa no va por ahí. Esta persona creció con una madre sometida a su marido, que siempre le decía: “no hay que llevarle la contraria a tu papá, así no generamos problemas y no se enoja”.
El miedo al enojo del padre fue transmitido a la paciente y esa persona aprendió a establecer vínculos accediendo a todo, asumiendo el enojo del otro como lo más terrible que podría suceder y evitándolo a toda costa.
Para esta paciente, aprender a decir “no” es también asumir el enojo que había llegado a reprimir, de ella hacia sus padres, y también a darle lugar al enojo del otro.
¿Cómo identificar si realmente me quiero y me acepto?
Aceptarse implica conocer y amar tus propias limitantes. Y a decir verdad, creo que es lo que más le cuesta a todo paciente, sobre todo en la época en la que vivimos, pues nos han acribillado mediáticamente con la frasecita: “puedes lograr todo lo que quieras si te esfuerzas” y eso es pura mentira. Todos tenemos limitantes tanto biológica, como emocionalmente.
Aunque suene muy difícil de creer, muy poca gente conoce verdaderamente sus limitantes y mucho menos ha aprendido a aceptarlas. Esto implica un gran recorrido de autoconocimiento y un duelo, no sólo por lo que fuimos, sino por lo que no pudimos ni podremos ser. Amarnos implica aceptarnos como seres en falta, personas que no pueden tenerlo todo.
¿Cómo fortalecer ese amor propio?
Conociéndote, adentrándote en el difícil y a veces doloroso caos que nuestra historia representa, saber por qué hacemos las cosas y no quedarnos simplemente en por qué creemos que hacemos las cosas. Entre estas dos hay una diferencia abismal.
Cuando uno acude a una sesión de psicoanálisis no tardas en darte cuenta de que toda decisión tomada tiene una motivación inconsciente que nos determina, nos empuja y nos lleva al sufrimiento.
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¿El amor propio nos ayuda a llegar más lejos?
Das en el clavo con esa pregunta. Conocernos nos permite sostener ese deseo que nos levanta todos los días y que puja por una conquista. Y en esencia, nos da la energía para luchar por aquello que anhelamos, a pesar del miedo.
Amarnos implica saberse en falta y que gracias a esa falta nos levantamos todos los días para conseguir algo, aunque no nos satisfaga del todo. El deseo siempre nos dará la satisfacción de producción. Y eso es llegar más lejos.