El doctor Rodolfo Neri Vela, el primer astronauta mexicano, recuerda en entrevista exclusiva los detalles de la misión realizada hace 35 años.
Rodolfo Neri Vela es Doctor en Ingeniería Mecánica Electricista, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como de las universidades de Essex y Birmingham, en Inglaterra.
Fue el primer astronauta mexicano en viajar al espacio durante las misiones del transbordador espacial Atlantis para la NASA, que se llevó a cabo del 26 de noviembre al 3 de diciembre de 1985. A 35 años de su hazaña pudimos platicar con él.
Efectivamente, nací en Chilpancingo. Cuanto tenía 8 años nos mudamos para la Ciudad de México. Puedo decir que tuve una infancia feliz en el seno de un hogar sano, donde nuestros padres nos impulsaron en todo momento con cariño y protección. Recuerdo que cuando tenía 10 años mi padre me regaló un telescopio y cuando visitábamos a mis abuelos en el estado de Guerrero, me gustaba mirar las estrellas durante toda la noche y desde ahí empezó surgir mi curiosidad por el espacio.
No, cuando yo era muy niño los astronautas todavía no existían. Yo deseaba ser actor, me encantaba ver “Viaje a las Estrellas” (Star Trek) creo que eso ya era una gran pista de lo que terminaría siendo en el futuro (Ríe). Sin embargo, mi idea de ir al espacio surgió hasta que yo ya era ingeniero y ya tenía los grados de Maestría y Doctorado en Telecomunicaciones.
En 1985, participé en las pláticas para dar inició a la operación de la puesta en órbita de los satélites Morelos. Ese mismo año, la NASA convino con el gobierno de México llevar a un astronauta nacional durante el despliegue del segundo satélite, es por ello que se lanzó una convocatoria a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Hoy se cumplen 33 años del inicio de la misión 61-B. Fue un honor y un privilegio representar a México. Les deseo un feliz fin de año a todos. pic.twitter.com/EjKIvE9PvC
— Rodolfo Neri Vela (@Dr_Neri_Vela) November 26, 2018
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Decidí entrar a la convocatoria nacional donde se inscribieron alrededor de mil personas y, durante el concurso, pasamos por diferentes pruebas y exámenes aquí en México. Cuando quedamos 5 finalistas, la NASA requería que viajáramos a Houston a presentar la última etapa de exámenes y días después cuando regresamos a México, ya la NASA había determinado que yo había sido el concursante seleccionado para viajar al espacio.
Desde niño me cautivaron las estrellas y consideré que esta experiencia me permitiría hacer realidad ese sueño de verlas tan cerca. Además haber estudiado ingeniería mecánica-eléctrica y poseer posgrados en sistemas de telecomunicación y radiación electromagnética me motivaron a participar, ya que el puesto que la carga de la misión eran satélites, mi especialidad.
¡Fue una gran sorpresa! Yo era consciente de que los otros competidores también eran muy capaces para el puesto, sin embargo la NASA consideró que yo era el mejor candidato y eso me hizo sentir muy honrado y más por representar a México.
Si, el miedo natural que tiene el ser humano ante lo desconocido; sin embargo, sentía una gran emoción por representar a mi país. Eso hizo que mi temor desapareciera, por lo que representé a México con dignidad y con excelentes resultados. Además de confiar plenamente en el profesionalismo de la NASA.
Solo el primer día de misión fue difícil para todos porque presentamos mareos y debilidad corporal. Sufrimos el famoso “Síndrome del Espacio” producido por la desaparición de la fuerza de gravedad, por lo que nuestros cuerpos quedaron en suspensión todo el tiempo. El segundo día ya nos resultó más fácil la situación.
La NASA me permitió llevar tortillas (Ríe), debido a siempre permiten a los primeros astronautas de otros países llevar algo típico de su país, así que nos tocó comer unos tacos de pavo durante la misión. Las tortillas tuvieron tanto éxito que desde entonces estas forman parte del menú de la NASA. Sin embargo lo que suele comerse mientras viajas por el espacio son diversos platillos deshidratados y lo hacíamos sobre unas bandejas sujetas con arneses a nuestros cuerpos y con cubiertos magnéticos.
Música, por lo que elegí melodías clásicas y folclóricas mexicanas para escucharlas en mi walkman y sentirme más cercano a México.
Durante esos años aún no existían los compartimientos privados, por lo que fue bastante complicado. Dormíamos en una bolsa con cintas para poder amarrarnos y de esta manera evitábamos chocar entre nosotros o con los aparatos que había en la nave.
Representar a la comunidad científica mexicana en la realización de experimentos en el espacio, ya que se observó el crecimiento y reproducción de bacterias, además de la germinación de semillas en condiciones de ingravidez. Una de ellas fue el amaranto, el cual causó mucho revuelo mundial. Aprender el comportamiento de las plantas en un medio y fuerza de gravedad diferente fue algo fascinante. Además de dejar un legado cultural para la NASA.
Tener las estrellas tan cerca de mí y también haber contemplado lo bello, azul y brillante de nuestro planeta Tierra desde allá arriba.
Mi misión actual es la divulgación científica entre la juventud. Soy un individuo que se preocupa por el futuro de este país y sus nuevas generaciones. Es por ello que me dedico a dar conferencias en diversas escuelas y universidades para motivar a lo jóvenes a interesarse por la ciencia y los problemas de su país. Busco apoyar a las jóvenes comunidades científicas mexicanas en los nuevos proyectos que se presente en el futuro.