Desde su icónica curaduría de bandas hasta la nueva sede en el Estadio Fray Nano, el festival ofreció una atmósfera envolvente y auténtica, donde el público disfrutó de cada momento.
Cada año surgen nuevos festivales de diversos géneros; algunos se quedan en el camino, pero otros logran consolidarse en la lista de los favoritos. Para nosotros, Hipnosis ya forma parte de esa lista imprescindible. Aquí te contamos cómo vivimos su más reciente edición.
Sabemos que el éxito de un festival depende de su carácter y de la identidad que lo define. Desde su primera edición en 2017, Hipnosis ha demostrado que no es solo un nombre: son el lugar, el cartel y el público quienes construyen su autenticidad. Este año, sin embargo, el festival tomó una decisión arriesgada e inteligente para ampliar su alcance. En años anteriores, ubicaciones como Las Caballerizas en Huixquilucan y el Deportivo Lomas Altas contribuyeron a la mística de Hipnosis. Aunque inicialmente se planeó celebrar esta edición en el Club Deportivo La Campana, consideramos acertado el cambio a un lugar más céntrico en la Ciudad de México. El Estadio Fray Nano podría convertirse en una excelente opción para el futuro del festival sin perder su esencia.
Ver esta publicación en InstagramEste video te puede interesar
Sin más preámbulos, te compartimos nuestra experiencia, desde el ingreso hasta los actos y la logística, resaltando tanto los puntos positivos como los aspectos a mejorar. El acceso fue rápido y sin complicaciones: desde el mediodía hasta la noche, no hubo aglomeraciones que se convirtieran en largas esperas. Además, el clima fue favorable, a pesar de que el pronóstico anunciaba lluvias en otras partes de la ciudad. Fuimos afortunados; no hizo calor ni llovió, y el típico frío de noviembre añadió un toque especial. Sin duda, fue una gran tarde-noche para todos los asistentes.
Este año, a diferencia de ediciones pasadas, destacó por una mayor diversidad de géneros. Aunque el enfoque sigue siendo el rock psicodélico, el shoegaze y, en general, la música alternativa e independiente, fue grato ver la presencia de bandas mexicanas como Demencia Infantil y El Shirota. Este último, aunque tuvo un set breve, reafirmó por qué es una de las propuestas nacionales más sólidas y siempre logra encender los ánimos. También disfrutamos de la banda sueca Melody Fields, que capturó nuestra atención con sus guitarras llenas de fuzz, recordándonos que el shoegaze sigue tan vibrante como siempre.
Un gran acierto fue la organización de los escenarios gemelos. La disposición de dos escenarios contiguos permitió que no hubiera empalmes entre los actos: una banda terminaba en un escenario y, de inmediato, comenzaba la siguiente en el otro. Este formato es sin duda un gran logro, ya que hace la experiencia mucho más cómoda y completa para el público. Sin embargo, las gradas presentaron un área de oportunidad. Al centro se encontraban las consolas de audio y toda la infraestructura técnica, pero las carpas alrededor bloqueaban parcialmente la visibilidad. Para ver cada escenario, era necesario moverse entre puntos, lo cual, aunque no requería gran esfuerzo, podía resultar incómodo para quienes prefieren permanecer en las gradas.
En cuanto a la oferta gastronómica, aunque no fue extensa, cumplió con las expectativas y ofreció una buena relación calidad-precio. Había opciones como hamburguesas, pizza, flautas, tacos y cortes a las brasas, además de una variada selección de cócteles, desde los más tradicionales hasta algunos más sofisticados y cerveza artesanal que aportaron un toque distintivo frente a otros festivales que ofrecen las mismas bebidas de siempre.
En la noche, la experiencia de Hipnosis se intensificó. Como mencionamos, este año hubo una gran variedad de géneros, algo que se notó con la presentación de Gang of Four. Los ingleses no solo nos dieron una lección de punk, sino que nos recordaron por qué son una de las bandas más icónicas de su escena. Con temas como “I Parade Myself,” “Not Great Men” y la frenética “Damaged Goods,” se ganaron el aplauso del público y nos aseguraron que no nos despegaríamos de los escenarios.
Suuns, con su oscuro electro, nos sorprendió con bajos envolventes y vibrantes, que crearon una atmósfera hipnotizante. La sutil iluminación en medio de la oscuridad nos sumergió en una experiencia única. Después, el heavy metal de High on Fire y sus toques de stoner rock elevaron la energía al máximo. La agrupación californiana, con sus poderosos riffs y guturales, rompió la linealidad de géneros de la noche, y aun así encajó a la perfección, llevándose la ovación del público.
Mildlife, una banda que podría describirse como la combinación perfecta entre Tame Impala y Parcels, sorprendió a muchos con su jazz psicodélico. Su bajo con mucho groove, una voz hipnótica y sus guitarras rítmicas hicieron que el público se moviera al compás de su música. Quizá estos australianos se conviertan en favoritos en futuros años.
Ya en la recta final, The Kills se presentó con su característico garage rock, dejando claro que menos, es más. Con solo dos integrantes en el escenario y una actitud arrolladora, entregaron un set contundente que el público disfrutó de principio a fin con temas como “U.R.A Fever,” “Baby Says” y “Doing It to Death.”
Hipnosis 2024 superó nuestras expectativas, consolidándose como un festival auténtico que invita a salir de la zona de confort y descubrir nuevas propuestas de la escena independiente.
La espera culminó con Slowdive, una de las bandas pioneras del shoegaze y una de las razones principales para asistir este año. Con visuales alucinantes y una atmósfera increíble, los británicos recorrieron toda su discografía, interpretando clásicos como “Alison,” “40 Days” y “When the Sun Hits,” dejándonos con ganas de más. Fue un set completo y redondo que cumplió con todas las expectativas.
Para cerrar con broche de oro, los franceses Air capturaron toda la atención con un espectáculo inolvidable. Interpretaron en orden y en su totalidad su mítico álbum Moon Safari, que los convirtió en una de las bandas más relevantes de los 90. Nos regalaron una experiencia única que será difícil de repetir.
Sin duda, Hipnosis 2024 superó nuestras expectativas. Es un festival que conserva su autenticidad y esencia, y nos invita a salir de nuestra zona de confort para descubrir nuevas y viejas bandas de la escena independiente, creando una experiencia inédita que pocos otros festivales pueden ofrecer.
Slipknot en CDMX: una oportunidad para escuchar un clásico en vivo