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Sello Austral: el paraíso argentino de los libros y el vino

Escrito por:Paola Dioli Pagano

¿Qué podría surgir de la ecuación “Periodismo + Sommelierie + Pasión”?

Sin lugar a dudas sería Sello Austral, o debería escribir La Reina Victoria, mentora y hacedora de este ambicioso y extraordinario emprendimiento, que reúne tantos ingredientes como soluciones.

Victoria sobrevuela la realidad pero con los pies bien plantados sobre la tierra. Tiene ese don. Propone actividades desde su factoría, en la que, como dispuestas en una biblioteca, esperan ser bebidas numerosas filas de las más deliciosas y originales botellas de vinos, espumantes y gin.

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Todas marcas no comerciales, de pequeños y medianos productores, que son atesoradas por su centinela, la bella Victoria que me recibe en su amplio y coqueto local de Recoleta, en Argentina, diciéndome que para ella “nada es suficiente” y que hay que saber combinar fortaleza y valor. Para ella la llegada de la pandemia se convirtió en algo positivo, porque desde la adversidad logró renacer con objetivos claros y firmes.

Todo lo que antes era duda, después de la peste se volvió posibilidad.

A leer y a beber

Llegué al laboratorio de ideas y sabores bautizado como Sello Austral guiada por la atractiva propuesta Noches rojas, textos oscuros, encuentros de vino y Literatura, lectura guiada por María Gabriela Ini, antropóloga, docente y poeta, en la que confluyen textos de Borges, Horacio Quiroga, Cortázar, Silvina Ocampo y Liliana Hecker, entre otros autores y autoras argentinos, y la alianza con la maravillosa copa de vino.

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Todo esto ideado por Victoria, que habla de sus propuestas con la alegría de una niña, y con la seriedad de un científico, ella sabe manejar el parentesco entre las letras y el vino como nadie, son dos de sus mayores pasiones, y lo hace notar en cada detalle.

Catas y degustaciones

Ponerse objetivos es lo que guía a esta joven mujer de veintisiete años, a ser una fuente inagotable de creatividad, aunque a veces el precio sea no tener ni un minuto de tiempo libre para dedicarse a mirar el techo.

Es que para Victoria, el techo es el cielo, el techo es infinito, y la conduce a crear una cosmogonía plagada de símbolos que hacen de su empresa una marca registrada.

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Ese ejercicio de reafirmación de la identidad, se lleva muy bien con la creación de este lugar que excede los límites de todo lo conocido hasta hace poco en materia de catas y degustaciones.

Música y tatuajes en escena

Nada es forzado, y todos son sorprendidos por la magia de los grandes ojos de Victoria, que echa una mirada sobre cada detalle, Desde tierras argentinas en tiempos de vendimia, es hora de cosechar lo sembrado. Así surgen nuevas propuestas como Vino en la vereda, un encuentro abierto para todas aquellas personas que quieran unirse a la aventura del buen beber y del buen vivir, en la que todo se convertirá en una performance, con ingredientes tan eclécticos como la presencia de un tatuador en acción y música en vivo.

Dios nos guarde a la Reina 

La identidad, eso tan difícil de definir pero tan intenso en el sentir, marida con la construcción de una marca y el ser al sur, esta visión única desde este punto neurálgico en la que el vino y las culturas se desnudan y se integran, como una totalidad.

La identidad, y esa conexión entre cielo y tierra, ese taller de cóctel en el que participé de una aventura inconfesable y en la que le declaré mi devoción a Victoria, traen un nuevo aire a esta maravillosa y atribulada Buenos Aires, en la cuál ser la Reina del Plata es parte de la tarea esencial de la Reina Victoria y de “Sello Austral”.

God Save The Queen!

 

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