Cuatro conspiraciones de la covid y una realidad
Desde un virus creado para disminuir la población mundial, pasando por un arma biológica para instituir un Nuevo Orden hasta el plan maestro de Bill Gates, las teorías respecto al origen de esta pandemia son tan disparatadas como absurdas.
El fin del mundo llegó”. Aún recuerdo a las chillantes voces de muchos conocidos pronunciar tal aseveración. Hace poco más de un año que la escuché por primera vez y, en ese entonces, juraba que era la tontería más grande que había llegado a mis oídos. Nunca me detuve a pensar en las conspiraciones de la covid que esas palabras traerían consigo meses después.
No es que yo sea muy quisquillosa al hablar de conspiraciones, de hecho, debo admitir que me encantan y que algunas de ellas las considero interesantes, pero sí que idear un fin de todo lo existente, me resultó impensable.
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Cuando las conspiraciones de la covid se esparcieron antes que el virus
Obviamente estas ideas no llegaron de la nada y fueron alimentándose, progresivamente, tras diversos acontecimientos que se suscitaron en el planeta como el calentamiento global, las revueltas en países latinoamericanos, la aparición masiva de ovnis, los deseos de los testigos de jehová por un Armagedón y muchos etcéteras, pero, la punta del iceberg, fue la llegada de lo que hoy en día es el peor de nuestros enemigos: la COVID-19.
Desde entonces, parte de la sociedad ha configurado en su propia realidad una calamidad erigida por seres sombríos y poderosos. Hace un año, mi mente se dispuso a crear la imagen de un grupo de hombres elegantes, los cuales, reposados en una mesa circular, en el medio de una majestuosa oficina con vista a una luminosa ciudad, planeaban el destino de la humanidad. Uno de ellos afirmó:
—La mejor solución para el problema de la sobrepoblación es crear un virus mortífero para erradicar a una gran cantidad de seres humanos.
Eso imaginé cuando, una tarde aburrida en mi antiguo trabajo, observaba vídeos de conspiraciones de la covid que explicaban una teoría de cómo había nacido el famoso virus que aún estaba del otro lado del charco, en un lugar de China llamado Wuhan, muy lejos de mí.
Allí se explicaba cómo en ese sitio existe un instituto de virología (con un logo muy similar al del laboratorio de Resident Evil) en donde se investigaban coronavirus provenientes de murciélagos. Los influencers de los videos alegaban que ahí se había creado la COVID-19
y se había liberado a propósito para infectarnos y disminuir a la población mundial.
Hasta la fecha, esta suposición sigue vigente y ha creado mucha polémica ya que se siguen formando muchas versiones entorno a ella, pero, en todas, los protagonistas han sido Estados Unidos y China.
Potencias en guerra
De nuevo aparecen en mi imaginación los sujetos de la mesa redonda. Están peleando y uno de ellos alza la voz, sin perder la diplomacia:
—Debe ser un arma biológica creada en ese lugar de China. ¿Cómo se llama? ¡Ah sí¡ ¡Wuhan!, ahí experimentan con coronavirus. Hay demasiada gente y será fácil extender el contagio. Total, los chinos comen muchos animales exóticos y la verdad será fácil de maquillar echándoles la culpa.
Pero otro le interrumpe:
—No. Los militares estadounidenses deben llevarla a China y extenderla para perjudicarles. La economía de ese país está creciendo a niveles estratosféricos y representan un problema para los Estados Unidos…. digo, para el mundo. ¿Acaso quieren un orbe de “comunistas”?
Mientras mi mente jugaba con estos señores muy monos, más vídeos y artículos —no oficiales— profundizaban en las múltiples conspiraciones de la covid que trataban de explicar el origen del malvado virus. Incluso se mostraban testimonios de médicos e investigadores sustentando dichas especulaciones como el caso de una científica llamada Shi Zhengli, quién alimentó la suposición de la creación del virus en el laboratorio de Wuhan, al expresar su preocupación ante la posibilidad de que sus estudios, realizados con murciélagos, fueran el motivo de la pandemia. Afortunadamente, después salió a desmentirlo.
La cosa no paraba ahí, ya que, un tweet escrito por el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, hizo volar mi mente al afirmar que “es posible que el ejército de los Estados Unidos haya traído el virus a Wuhan”.
Estados Unidos y China estaban peleando. Jamás había visto a dos gobiernos tan poderosos echarse la culpa tan cínicamente, ya que, también un senador estadounidense de nombre Tom Cottom, hizo lo suyo al señalar que el laboratorio de Wuhan “está vinculado a un programa encubierto de armas biológicas de Beijing”.
La polémica de un virus creado por los seres humanos llegó tan lejos al realizarse un estudio que probó el origen real del SARS-CoV-2 como un virus natural, mismo que descartó su creación en un laboratorio y fue publicado en la revista Nature Medicine.
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Una epidemia de conspiraciones de la covid, 5G y Bill Gates
No solo me alimenté de vídeos de conspiraciones de la covid sobre el supuesto origen de la COVID-19, también investigué sobre reportajes que hablaban de la preocupante desinformación entorno a las cifras de muertos y contagiados, así como del sufrimiento y la paranoia que este virus trajo consigo: ¡No lo podía creer! había gente alegando que los enfermos de gravedad estaban siendo quemados vivos para mitigar los contagios.
En las noticias, según los expertos en salud, se estimaba la llegada del virus a nuestro país, por ahí de marzo. Al escuchar esto, los caballeros sombríos volvieron a tomar protagonismo en mis pensamientos. El más viejo de todos ellos y, el más bribón, explicaba con una sonrisa diabólica:
—América tiene mucha sobrepoblación. Estados Unidos, México y Brasil deben sacrificar a un buen número de habitantes.
Otro, de menor edad, le sugiere:
—¡Ya sé! Hay que hacerle como le hicimos en Inglaterra, mandaremos el virus mediante las antenas 5G.
Sí, lo sé. En lo personal, me parece de las conspiraciones de la covid más descabellada pero vaya que tuvo un gran número de adeptos, casi tantos como los terraplanistas. Apuesto a que muchos mexicanos recibimos una cadena de mensajes en WhatsApp, enviado por la tía más ingenua, que alertaba sobre las antenas 5G como el medio de transmisión de COVID-19. En realidad, esto surgió ya que en países como Inglaterra, varios grupos de personas empezaron a quemar las 5G por temor a contraer el virus.
En fin, aquí viene una de mis partes favoritas: Esta, mi tan impresionante imaginación, recreó un ambiente tenso entre los individuos oscuros que maniobran nuestro infortunio:
No lograban ponerse de acuerdo y sus rostros seguían perdidos entre las sombras, mientras que de fondo sonaba Masked Ball de Jocelyn Pook (sí, aquella melodía tenebrosa de la película Ojos bien cerrados de Kubrick). De pronto, a un lado de una de las sillas más grandes y lóbregas, un sujeto se alza ante sus compañeros, curiosamente, este si tiene rostro.
Es un hombre alto, de lentes, con el cabello cano y de tez blanca. Sonríe, tal vez maliciosamente, pero no se nota por su apariencia tranquila y despreocupada. Abre la boca.
—Señores. Lamento informarles que yo ya me he adelantado y ese virus ya ha sido creado por mis científicos. Estoy dispuesto a negociar con cada uno de ustedes. No pueden dejarlo pasar, es una verdadera ganga. Infectamos al mundo y después les vendemos su propia cura. ¿Qué dicen? Hasta podemos inyectarles algo más — les sugirió con una media sonrisa.
Resultaría demasiado escalofriante una conjetura como la que apunta a Bill Gates como la mente maestra de esta horripilante historia llamada SARS-CoV-2 y no obstante es una de las conspiraciones de la covid más populares.
Bueno, esta es una de las suposiciones favoritas del público y de los miembros de la QAnon (otra teoría que asevera la existencia de un complot de la élite contra Donald Trump), al señalarlo como la persona más favorecida en la creación de vacunas para llevar a cabo diversos fines como la implantación de chips o las ganancias económicas de venderle al planeta esta salvación.
En mi fantasía, el hombre, de nombre Bill Gates, toma asiento por instrucciones de aquel que ocupa el lugar que más resalta en la oficina. La oscuridad borra totalmente su silueta, solo se escucha su voz, fría y solemne, la cual domina en toda la oficina:
—Está decidido, señor Gates. La peste del medievo trajo consigo el triunfo de nuestros propósitos en aquel entonces, no dudo que esta nueva calamidad lo haga tres veces más, pues, en esta ocasión, tenemos de nuestro lado un mar de comunicaciones que inundarán
a las sociedades con muchos tipos de información, confundiéndolos y desorientándolos, hasta el punto de no saber cuál es la verdad, —concluye.
Los ruidos de mis compañeros me apartaron de mis historias en la cabeza, reí para mis adentros y me levanté de mi lugar de trabajo. Era la hora de la salida y me dirigí a comer con mi novio a un restaurante de comida coreana. Hablamos sobre el tema, deseando que ese virus no llegara a México.
Ha pasado un año y, aunque son múltiples las conspiraciones de la covid, existe solo una realidad: el mundo aún no se ha acabado pero, en cambio, hemos superado las 175 mil muertes en nuestro país por SARS-CoV-12, nuestra vida ha cambiado por completo y ese restaurante ha cerrado sus puertas para siempre.
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