¡Brindemos por CDMX Ciudad Cervecera 2021!
Pido un vaso de cerveza tipo Porter porque la prueba que me dieron me convenció. Antes, para mí sólo había cerveza clara u oscura, hoy, […]
Pido un vaso de cerveza tipo Porter porque la prueba que me dieron me convenció. Antes, para mí sólo había cerveza clara u oscura, hoy, sin ser un erudito, ya conozco qué tipo de cerveza me gusta más. Me decanto por las más “poderosas”, las que tienen gusto a café o chocolate, de las Porter clásicas a las Stoud cremosas. Veo sus tostados y su espuma y sé que la disfrutaré.
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Estamos en la Cervecería Reforma, en la calle Laura Mendez de Cuenca 21 A, en plena colonia Obrera, en las instalaciones donde se produce esta cerveza chilanga que tiene como punta de lanza dos etiquetas: Templo Mayor y Magna Imperial. El barrio cayó en desgracia en años anteriores, pero poco a poco ha comenzado a levantarse. Es de noche, hace poco frío, afortunadamente, y con todas las protecciones del caso (sana distancia, tapabocas obligatorio) nos hemos embarcado en el tour cervecero que hace Turibús junto a un grupo de productores de cerveza locales. Según cuenta el dueño de Reforma, son poco más de cuarenta, contando los del área metropolitana. Desconocía que hubiera tantos.
El Turicervecero comenzó a operar nuevamente desde este viernes 13 de noviembre. Ofrece visitas a distintas cerveceras locales con todas las medidas sanitarias que se requieren. Los boletos se pueden comprar aquí.
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Dentro de la cervecería hay algunos de ellos: Barracuda, Lindavista, Menestral, Monstruo de Agua y Pacheco. Cada una tiene una identidad muy propia, algunas además de un diseño gráfico atrayente, deciden poner una lista de Spotify en su etiqueta para “maridarla” con tu trago. Otras apuestan por las variantes del tostado, por lo cual sus etiquetas se parecen mucho y unas más, hacen fermentados rosados, por ejemplo.
DESPLAZÓ AL PULQUE Y EL MEZCAL
Desde que los primeros inmigrantes alemanes llegaron a nuestro país comenzaron a hacer cerveza. Bueno, claro, además de muchas otras cosas. Estos maestros cerveceros traían de su lugar de origen sus costumbres culinarias y claro, sus gustos en la bebida. Es en este momento de la historia, finales del XIX y principios del XX, que nacen que la mayoría de las etiquetas más conocidas de nuestra cerveza.
Con el tiempo, la cerveza fue desplazando al pulque, al mezcal y demás destilados locales, ya que era más sencillo de transportar y difícil de adulterar, cosa que pasaba constantemente con el pulque. Curiosamente, la primera cervecería que se abrió en nuestro país, la hizo Alfonso de Herrera en 1542 en la hacienda El Portal, muy cerca de Amecameca. Fue un buen negocio, cosa que no le gustó a los productores de vino, que pidieron al Rey Carlos V que la cerrara.
De cierta manera, los productores de cerveza artesanal en la Ciudad de México han pasado por diferentes problemas para poder consolidar su negocio. El principal es educar el paladar chilango acostumbrado a cervezas industriales con pocas variantes.
Por eso es importante fortalecer las catas y el acercamiento directo con los productores para que el bebedor habitual pierda el miedo frente a un producto desconocido y deje de aferrarse al producto común. Por esa razón, a partir de este 13 de noviembre, comenzarán de nuevo los tour cerveceros, con vías de que el siguiente año se consolide CDMX Ciudad Cervecera 2021.
La idea es reactivar es la economía de la ciudad tomando a través de diversas actividades que se llevarán a cabo entre el 12 y 21 de febrero del año que entra, entre ellas, claro la cerveza artesanal.
Según nos contaban además de los tours por cervecerías, habrá take overs (la forma complicada de decirle a recógelo y llévatelo), catas guiadas presenciales y virtuales, clases magistrales, cenas, maridajes y un sinfín de actividades más.
YA EN CONFIANZA
La segunda parada de nuestro tour es The Beer Company. Para este momento el grupo de reporteros ya ha roto el hielo, la cerveza ha hecho su efecto y las muy ordenadas y serias colegas, mujeres en su mayoría, ya están un poco más desenfadadas y animosas.
Seguimos respetando la sana distancia y el uso de cubrebocas, pero ya platicamos más. En Pleno Centro histórico, cerca del Metropólitan, descendemos en un lugar dedicado a vender cervezas importadas y artesanales por igual. Es un sitio pequeño, con barras a los lados, donde además de beber los fermentados, puedes comer una deliciosa hamburguesa o cualquier otra cosa de la carta.
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Los mexicanos siempre han tenido un gusto por la cerveza. Según la “Gazeta de México”, da cuenta que a principios de 1740 llegó al puerto de Veracruz un navío llamado “La aventurera” con una carga de mil botellas de cerveza. El vino, por lo que sea, no ha calado de la misma manera que esta bebida milenaria.
El refrigerador central, junto las latas y botellas de cerveza belga, rusa e inglesa, se encuentran varias marcas de artesanales mexicanas.
Nos damos nuestras mañanas para beber la IPA regiomontana que nos ofrecieron al llegar. Algunos salen a la calle para beber en pequeño corrillos de colegas a los cuales les tienen confianza, otros nos bajamos el cubrebocas, damos el trago y regresamos al trapo a su lugar.
Otros, beben pegados a las barras tratando de conservar la sana distancia. Pese a todo, la llegada de una patrulla, nos recuerda que debemos subirnos al Turibús y continuar con nuestra travesía.
El último bastión del pueblo
La Romita es un pueblo escondido entre las calles de Morelia, Puebla y Durango, en planea colonia Roma. Sin embargo, pese a estar en el corazón de la gentrificación, sigue siendo un bastión pueblerino, en el cual parece que uno no está en esta enorme urbe mexica.
Es ahí, al fondo, en una casa que perteneció a Gilberto Rincón Gallardo, el gran político mexicano, muerto en el 2008, que tiene sus cuarteles generales la Cervecería Cru Cru. La que, a mi parecer, de la hornada de cervezas artesanales recientes, es la más chilanga.
A la pregunta del origen de su nombre, el dueño responde que es la mezcla entre el Cri Crí de los chapulines de Chapultepec y el cucurrucucu de las palomas. Tal vez porque ya van varias copas llenas de cerveza, tal vez por lo ingenioso del nombre o porque ya estamos más relajados, todos soltamos desde una risa ligera. Algunos como yo, una abierta carcajada. Antes de llegar debemos pasar por la garita de la gente del barrio, que nos ve con curiosidad y nos saluda o simplemente nos sonríe.
-¿Puma o Azul?
-Hasta la pregunta ofende, Puma. -Le digo a uno de los nocturnos deambulantes que viven cerca de la cervecería. Ven en un celular, puesto en el cofre de una auto, el partido del Azul vs la UNAM.
En Cru Cru oímos a los últimos maestros cerveceros que se presentan ante nosotros, entre ellos, el de Arteza, Max Alonso, que además de hacedor de fermentos es químico, por lo que me saca del sopor de las Stout y las IPA, para ponerle atención.
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Max habla sobre las diferencias entre los diversos tipos de cerveza y nos recomienda su Stout, la cual resulta mucho más ligera de lo que esperaba, aunque deliciosa. Me dice que tiene una English Stout Chocolate, que apunto en la lista para buscarla porque no llevan en esa ocasión.
Al final, cuando regresamos nos dimos cuenta que conocimos un parte de esta ciudad cervecera que parece siempre sorprenderte, un viaje al interior de la noche repleta de cebada y lúpulo.