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Decisiones sin dinero: un tema económico

Por: Grisel Ayllón Aragón 27 Nov 2020

Decidir nos causa inseguridad, cansancio y preocupación en ocasiones. Y si esto sucede cuando es una decisión personal, cuando las decisiones son colectivas, puede llegar a ser un verdadero calvario.


Decisiones sin dinero: un tema económico

Decidir es complejo. Si estamos decidiendo es porque hay más de una alternativa disponible con sus ventajas y desventajas a nuestro parecer. En algunos textos, la Economía se le describe como la ciencia de la decisión. ¿Cómo y en qué usar los recursos? Recursos que son escasos y tienen fines múltiples y diversos.

En el proceso de decisión, cada agente enfrenta objetivos, gustos y preferencias individuales. Se sopesan las restricciones, las alternativas y las posibles consecuencias de cada una de las opciones. Decidir nos causa inseguridad, cansancio y preocupación en ocasiones. Y si esto sucede cuando es una decisión personal, cuando las decisiones son colectivas, puede llegar a ser un verdadero calvario. Y sí, la economía sin dinero tiene mucho que decir al respecto.

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El primer texto que formalmente estudia ciertos tipos de problemas de decisión colectiva lo encontramos en 1342 en el Talmud. Sin embargo, el imperio Romano y la Iglesia Católica son ejemplos de instituciones donde ya podemos dar cuenta de métodos sofisticados para tomar decisiones colectivas. En el siglo XVIII, dos intelectuales de la revolución francesa, El Marqués de Condorcet y Jean-Charles Borda impulsaron con mayor formalidad la discusión sobre las propiedades que una regla de decisión colectiva debiera cumplir. La discusión sigue vigente: ¿qué tipo de sistema de elección colectiva es mejor? ¿qué significa que sea mejor? ¿cuáles son las ventajas y desventajas de cada una de ellas? Si el objetivo último es tener la mayor satisfacción social posible, ¿cómo se podría definir esta satisfacción?

Actualmente, se utiliza una gran gama de procesos de decisión colectiva. Las reglas varían de país en país y entre instituciones. En cuanto a elecciones presidenciales, tenemos países como México, donde usamos un sistema de pluralidad, donde se emite el voto sobre nuestra alternativa más preferida y gana quien más votos obtenga. Existen otros mecanismos, como el francés, donde se utiliza el sistema de pluralidad con dos vueltas. Es decir, en una primera enfrenta, se seleccionan a los dos candidatos que obtuvieron el mayor número de votos y repiten el ejercicio con estos ganadores parciales para obtener a un candidato con un apoyo mayor del 50% de los votantes. Y hay sistemas más complejos, como los Colegios Electorales que se utilizan en Estados Unidos, cuya existencia tiene una carga histórica que data a la creación de la federación y el desequilibrio social que desde un inicio se observaba entre número de población blanca y esclavos en su momento. Esta diversidad da muestra de la falta de consenso sobre un método de elección: ¿qué propiedades son deseables en las reglas? ¿qué reglas cumplen estas propiedades? ¿hay una forma de elección que sea, de alguna forma, la mejor?

“Malas noticias”. En 1963, el economista Kenneth Arrow publicó un resultado negativo sobre las decisiones colectivas en el caso de que el número de alternativas a elegir sea igual o mayor a tres. Aun teniendo individuos cuyas decisiones personales son claras y racionales, cuando agregamos estas opiniones y queremos formular una decisión colectiva, las cosas no funcionan del todo bien. Propuso tres propiedades básicas para hacer decisiones colectivas: 1) que no fuese dictatorial, 2) que la preferencia colectiva entre dos alternativas no dependiera de la existencia de una tercera; y, 3) que haya consenso, en el sentido que se respete si una alternativa es preferida en lo individual por todos los votantes, así debería de ser para la decisión en grupo. El resultado de Arrow indica que no existe regla alguna que cumpla simultáneamente estas tres propiedades. Por lo tanto, si queremos hacer una decisión colectiva, deberíamos renunciar a alguna de estas características.

Este resultado dio paso al nacimiento de una rama de la economía, la “Elección Social y Decisiones Públicas”. Actualmente, quienes trabajamos en esta área, seguimos explorando posibles soluciones a este apocalíptico resultado. Se estudian reglas de decisiones colectivas que se adecúen a distintos escenarios: elegir la localización de un servicio público que genera bienestar o malestar a su alrededor, elegir a un comisionado para instituciones públicas, crear reglas para que los votantes ejerzan su poder sin necesidad de mentir y hacer estrategias sobre su voto.

Así que no nos sorprendamos al encontrarnos con países completos frustrados tras una elección colectiva. Toda regla es imperfecta y ocasionará debate público.

 Hablemos de economía sin dinero

 


Grisel Ayllón es directora asociada del Departamento de Economía del Tecnológico de Monterrey.

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