7 libros escritos por prisioneros
Cárceles, manicomios e inclusive, sus propios cuerpos. Descubre 7 buenas opciones para pasar el tiempo entre letras y café.
En colaboración con Playboy, escrito por
Arturo Flores @ArturoElEditor ArturoElEditor
FOTO DE PORTADA: https://rincondeltibet.com/
Cárceles, manicomios e inclusive, sus propios cuerpos. Varios escritores han utilizado sus tiempos de reclusión como inspiración para escribir libros que en esta cuarentena nos podrían servir para pasar el tiempo.
Decidme como es un árbol
Marcos Ana
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Pasó 23 años preso, de 1939 a 1961. El régimen franquista en España lo acusó de tres asesinatos, de lo que se declaró inocente hasta su liberación. De aquella experiencia, surgió este libro en el que hace un recuento de sus años de confinamiento, en los que escribió poemas tan desgarradores como el que le da título: “Escribo a tientas el mar, el campo, el bosque, digo bosque y he perdido la geometría del árbol”.
Las 120 jornadas de Sodoma
El Marqués de Sade
Trece largos años pasó prisionero Donatien Alphonse François de Sade en el Castillo de Vincennes y después, en La Bastilla. Durante ese tiempo, escribió los borradores de varios de sus libros, como Justine, Aline y Valcuor y algunos otros manuscritos que se pierden cuando fue trasladado al Manicomio de Charenton. Uno de ellos fue el de Las 120 jornadas de Sodoma, que apareció hasta principios del siglo XX.
Notas desde un manicomio
Christine Lavant
Se recluyó por voluntad propia durante un mes y medio en el Hospital Psiquiátrico de Klagenfurt en 1935. De esa experiencia, rescató este relato sobre sus crudas vivencias en el encierro. Entre ellas, su fallido intento por quitarse la vida: “Treinta pastillas, un sueño parecido a la muerte durante tres días y cuatro noches para volver luego a despertar y que todo siga inmutable a mi alrededor, además del rostro de mi madre, mudo e inexpresivo, y de mis hermanas.”
Los muros de agua
José Revueltas
El célebre escritor pasó varias temporadas de su vida encerrado, desde la correccional de menores, el Palacio Negro de Lecumberri y las Islas Marías. Este último representa un crudo asomo a la manera en que eran tratados los comunistas dentro de la prisión en altamar. Muchas de esas violaciones a los derechos humanos, Revueltas los sufrió en carne propia. Otro de sus libros, El Apando, también fue inspirado por su vida carcelaria.
Breve historia del tiempo
Stephen Hawkins
De los encierros, quizá el peor de todos sea el que experimentan quienes viven presos de su propio cuerpo. El físico británico sufría de esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular, que lo fue privando del movimiento, aunque no de escribir éste y varios libros más sobre divulgación científica, con ayuda de una computadora.
La escafandra y la mariposa
Jean-Dominique Bauby
Después de que el periodista francés y editor de la revista Elle sufrió un ataque cerebrovascular, cayó en coma. Así se mantuvo durante 20 días y al despertar, ya no podía mover ni una parte de su cuerpo, a excepción de su ojo izquierdo. Mediante un sistema de parpadeos que hacía cuando le pasaban delante un abecedario, puso escribir su historia en un libro. Se calcula que necesitó de 200,000 parpadeos. Existe una película del mismo nombre, basada en el libro.
Cartas desde el infierno
Ramón Sampedro
“Soy una cabeza viva pegada a un cuerpo muerto”, escribió este marino español que sufrió un accidente cuando se tiró un clavado y se rompió una vértebra cervical, quedándose a tetrapléjico. Pasó 30 años postrado en una cama, pero con la boca escribió este libro además de otro, titulado Cuando yo caiga. Hasta que, con ayuda de amigos, logró suicidarse bebiendo un vaso de arsénico, después de una larga lucha en favor de la eutanasia.